Crónica de la infamia

Fuente: Cartes de Cuturrasu

“Yo aquel día quería marchar andando a mi país… Me puso la cara aquí, frente a mi cara, pegada, estaba dándome voces, daba golpes en la mesa, rompía platos, tenía un cuchillo en la mano y yo pensaba que no iba a volver a ver a mis hijos…”

 

No puede seguir hablando, baja la cabeza, esconde la cara negra entre las manos negras; M es una mujer dura, pero esta vez ha sido demasiado “es un día que no lo voy a olvidar jamás” La inspectora de trabajo tiene modales suaves, aguanta unos segundos la pausa, pero debe seguir haciendo su trabajo: “¿Y eso de los insultos?” L es más expansiva, toma el relevo de su compañera, “Nos decían tonta, bestia, no tenéis ni idea, ignorantes; se tapaban la nariz, decían cerda…”, pero ésta no se calla ni debajo del agua: “…Y yo le dije que se bañara, que ella no se baña, ¡ella sí que huele!” (Si Vd. pasea por delante del establecimiento y observa los chorretones de grasa en los cristales y en la parrilla de las sardinas al inicio de la jornada, recuerdo de días anteriores, sabrá que L habla con conocimiento de causa)

 

Luego responden acerca de las estupendas condiciones de trabajo: “No nos daban ropa de trabajo, la llevábamos nosotras y en el cuarto de cambiarse había una cámara para vernos el culo, y otra en la despensa, para que no robásemos comida” “¿No os daban la comida?” “No, ni beber. Agua. Los camareros la bebían de botella, yo del grifo, para que no dijera que me daba nada” “En el Ramadán yo me llevé mi bocadillo para la noche. Me vio mover la boca y vino a mí como una fiera. Qué comes. Yo como mi bocadillo que no comemos en el día. Yo como de pie mientras trabajo. Yo como mi comida que yo traigo de mi casa” “Como yo hablo mal español ella se burla de mí, me dice bu, bu, bu…”

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