La nueva reforma laboral que intenta introducir el PSOE significa la mayor agresión a los derechos de los trabajadores y trabajadoras de la democracia.
La jornada de huelga debe servir de detonante para posteriores y más amplias movilizaciones
Una reforma laboral que se pretende justificar con la crisis, pero que en realidad sólo está orientada a dar más facilidades a las empresas para hacer contratos irregulares, ignorar los convenios colectivos y despedir más barato a los trabajadores. Una reforma que significará más temporalidad y desregulación en la contratación; una sustancial rebaja en la indemnización por despido improcedente; enormes facilidades para que las empresas se descuelguen de los convenios en materias como el salario, la jornada o los horarios. Más precariedad, más inseguridad, menos sueldo, menos derechos. Así gobierna el PSOE.
Pero a pesar de todo eso, esta reforma es sólo la punta del iceberg. Por debajo está la realidad. Están las pésimas condiciones de trabajo de la inmensa mayoría de las empresas, el incumplimiento continuado de los convenios, el cobrar menos salario del estipulado, el trabajar sin asegurar, tener contrato de media jornada y trabajarla entera; está la obligación de hacer horas extras si no quieres que te despidan, o no tener vacaciones o hacer el trabajo que te manden aunque no te corresponda. Todo eso si no quieres que te señalen la puerta. También forma parte de la realidad el desprecio con que nos tratan gobernantes, políticos y medios de comunicación, en los que se nos presenta como vagos, improductivos e inútiles. Los trabajadores vivimos sabiendo que somos intercambiables, que somos pura morralla que sólo conseguiremos trabajo si lo hacemos más barato que el que estuvo antes. Vivimos con el miedo de no saber si mañana podremos seguir pagando, o simplemente seguir comiendo.
¿Y qué vamos a hacer?
¿sentarnos a esperar cómo se lo quedan todo?
¿pensar que algún día tal vez consigamos un trabajo decente?
¿darnos codazos entre nosotros para pillar el ultimo subsidio?
Los que quieran hacer eso, adelante, su recompensa será la miseria. Pero la CNT-AIT propone a los trabajadores otra forma de actuar: la lucha por nuestros derechos y nuestra dignidad. Sin subvenciones, sin liberados, sin hipotecas políticas. Por eso, aunque no podemos asegurar a nadie que vayamos a poder tumbar esta reforma, lo que sí podemos afirmar es que nos dejaremos la piel en ello.
Llamamos a todos los que quieran formar parte de esta lucha a que acudan a nuestros sindicatos y se organicen en la CNT-AIT.
Y también por eso llamamos a la Huelga General el día 29 de septiembre. Para que esa jornada de huelga sirva de detonante de las movilizaciones que los trabajadores tenemos por delante si queremos parar la Reforma Laboral. Y recuperar nuestra dignidad.