8 de Marzo. Cada lucha es una victoria

Brecha salarial, techo de cristal y segregación horizontal, mayor dificultad de acceso a la formación y al empleo, mayor precariedad laboral y desempleo, explotación doméstica, imposibilidad de conciliación, violencia normalizada, acoso cotidiano, invisibilización, pobreza, discriminación, infantilización, negación, maltrato, control de nuestra sexualidad y nuestros derechos reproductivos…

Son tan numerosas, son tan variadas, son tan abrumantes las luchas que las mujeres tenemos que bregar diariamente por el simple hecho de ser mujeres que puede decirse que hasta la misma existencia en esta sociedad heteropatriarcal que nos explota y nos reprime es ya una victoria. Pero para nosotras esto no es suficiente. No nos llega con estar vivas, queremos vivir en una sociedad de iguales.

Las mujeres de clase obrera debemos enfrentar todos los días una doble lucha de emancipación: contra el capital, por ser obreras; y contra el patriarcado, por ser mujeres. Comparadas con los hombres, cobramos menos, trabajamos en condiciones más precarias, cotizamos menos y trabajamos más horas, se nos exige más para ser contratadas… Pero al llegar a casa debemos hacernos cargos de nuestros maridos, hijos, padres y hermanos.

Esta situación se ha mantenido históricamente mediante un sistema de control que, cuanto más nos explotaba, más sumisión creaba. Pero la sumisión y el miedo, la cabeza agachada, ya no son actitudes de las mujeres. Hoy, desde hoy y desde siempre, queremos estar en todas las luchas y por eso luchamos en todos los frentes.

Las mujeres somos el motor del cambio social. Cada mujer que se rebela contra la opresión que sufre en su hogar es un paso ganado hacia un mundo más humano. Cada mujer que decide vivir abiertamente su sexualidad es un paso ganado hacia un mundo más libre. Cada mujer que planta cara al patrón en su puesto de trabajo es un paso ganado hacia un mundo justo.

A las mujeres se nos borra del pasado y del presente, pero hoy nos afirmamos, hoy nos reivindicamos como sujeto en lucha, desde ya asumimos que el miedo se ha transformado en furia y que nuestra lucha es única, central, necesaria y revolucionaria. Y queremos hacerlo en unidad, en colectivo. La invisibilización de nuestras luchas, la normalización social de la explotación, la escasa disponibilidad de nuestro tiempo, nos dificulta participar en organizaciones sindicales, las cuales en muchas ocasiones ni siquiera nos toman en cuenta, nos desplazan o rebajan nuestras luchas.

Sin embargo, históricamente las mujeres hemos estado presentes en todas las luchas sociales y de clase que han tenido lugar, en muchas ocasiones en primera fila pagando con nuestras vidas nuestra rebelión, nuestro ejercicio de dignidad, nuestros anhelos de libertad.

Es necesario recoger nuestra herencia de lucha para ganar nuestro presente. Saber quien somos. Saber lo que queremos ser. Hacer de nuestra lucha un momento importante, fundamental, de la historia colectiva y de la lucha clases. Afirmar que la Organización anarcosindicalista de la que somos parte fundamental está dispuesta a revertir la doble explotación que padecemos. Construir nuestro espacio en igualdad, entre compañeras y compañeros dispuestos a enfrentar el patriarcado, actor fundamental de nuestra explotación como obreras. Levantarnos como un grito invulnerable, como un único puño. Lucha a lucha, victoria a victoria.

Viva el ocho de Marzo

Viva la lucha de la mujer trabajadora

[8 de marzo] Si no es feminista, no es mi revolución

 

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Un año más, un día más, una fecha más, una más de las miles de efemérides que inundan el calendario. Y sin embargo, este no es un día cualquiera. Es el día en que las mujeres dejamos de ocupar titulares como víctimas de la violencia de genero para pasar a ser las heroínas de la jornada, siempre con la coletilla del “aún queda mucho por hacer”.

Casi con toda seguridad una de las mujeres que este día bañe de violeta sus redes sociales, lleve mas de ocho horas de jornada laboral, haya terminado las tareas de su casa sin desatender a los hijos y quizá con suerte haya tenido tiempo para dedicar unos minutos a su cuidado personal, mas por obligación que por devoción. Preocupada por una imagen que ya no recuerda a quien le importa más, si a ella o a un sistema que se empeña en estigmatizarnos si no nos aderezamos.

O quizá esa mujer aun no ha vuelto del trabajo, se ha prendido un lazo violeta en la chaqueta de ejecutiva y ha vuelto a rehacer el informe que deberá presentar sin falta a primera hora del día siguiente, intentando no sentirse frustrada e incompleta en una sociedad que le ha obligado a elegir entre realización personal y laboral. Una mujer que hace mucho tiempo que entendió que la llamada “conciliación” es un termino sólo aplicable al universo femenino.

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8 de marzo: nada que celebrar, todo por ganar

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Este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, no hay nada que celebrar y sí todo por ganar. El 8 de Marzo debe servir para recordar a los explotadores y explotadoras que la mujer trabajadora sigue en la lucha y que no va a ceder en la reivindicación de sus derechos.

La mujer trabajadora sufre de manera más contundente la explotación, la desigualdad y la pobreza en este mundo regido por el capitalismo, más aún si cabe en momentos de crisis o de reestructuración del modelo capitalista como el que actualmente sufrimos.

Las mujeres trabajadoras ven ahora cómo se las presiona para retirarlas del mundo laboral, conminándolas a volver al ámbito de lo doméstico, insistiendo con discursos que valoran la maternidad y el papel de cuidadora que históricamente les han sido adjudicados. En los momentos actuales trabajar es un derecho que no debería cuestionarse, pues es el salario lo que nos garantiza la autonomía sin estar condenadas a la dependencia económica de otras personas.

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