Fuente: SOV de Chiclana
Vayamos al terreno de los «sindicatos» colaboracionistas y veamos qué tipo de «sindicalismo» practican. Los dos «sindicatos» verticales, CC.OO. y UGT, junto a reformistas descafeinados CGT, CAT, USO, SAT, etc., etc.,convocan a una huelga general para el 29-S, con motivo de la enésima reforma laboral regresiva para los intereses de los trabajadores perpetrada por un gobierno que se autodenomina «socialista y de izquierdas».
A la más que aparente contradicción en lo que hace al programa del P$oE se añade la de unos representantes «sindicales» que, desde la mal llamada Transición y los primeros Pactos de la Moncloa, no han hecho otra cosa que firmar acuerdos a cambio de sustento económico para sus gigantescos aparatos burocráticos, ellos y sus aliados «minoritarios». Al año, -ocupémonos de los «mayoritarios»- ambos «sindicatos» reciben subvenciones millonarias por importe de 30.000 millones de las antiguas pesetas.
Los datos muestran que los farsantes de UGT recibirá durante este ejercicio 17.000 millones de subvenciones para la «formación» continua de trabajadores y sus amigotes de CC OO, 11.000 millones de pesetas. En total, 28.000 millones, más de lo que los dos «sindicatos» declaran que perciben de las cuotas de sus afiliados.
Estos «sindicatos» reciben también más de 2.000 millones anuales (1.010 millones UGT y 1.050 millones CC OO) en concepto de fomento del empleo. Otros 300 millones de pesetas largos para la formación ocupacional y casi 1.300 millones de pesetas como un complemento reconocido así por el Ministerio de Trabajo bajo el epígrafe de «actividades sindicales». Por otra parte tienen un verdadero ejército de vagos “liberados”- 103.000 UGT y cerca de 100.000, CC.OO., entre instituciones públicas y empresas privadas- parasitando las estructuras sindicales, lo que las convierte en unas de las mayores «empresas» del Estado. De ahí el comportamiento sumiso y el colaboracionismo de mayoritarios y minoritarios.
El sindicalismo amarillo nace en Francia en 1899 a fin de promover la colaboración entre la patronal y los obreros con el propósito de formar la «gran familia del trabajo» unida por una «inseparable comunidad de intereses» y esta perniciosa práctica sindical, prohibida por el convenio 98 de la OIT, es la que han llevado tales «sindicatos» a cabo en los sucesivos acuerdos habidos desde los primeros Pactos de la Moncloa, dirigidos a promover el despido libre y la contención salarial y así, hasta esta, por ahora, última reforma laboral cuyo objetivo sigue siendo el mismo de siempre: abaratar los despidos y restar en suma derechos laborales y sociales a la clase obrera.
Y sin embargo, estos vividores de la lucha sindical reformista, persisten aún hoy en seguir acordando con este mismo gobierno antiobrero la reforma de la negociación colectiva o del sistema de pensiones. No pretenden otra cosa sino asegurarse su capacidad de gestión donde poder pastelear a gusto y siempre a cambio de sustanciosos beneficios.
Pues bien, ahora resulta que nos convocan a esa farsa en forma de huelga general, recabando apoyos en otros no menos «sindicatos» reformistas como CGT, USO, CAT, SAT… con el fin de perpetuar su estatus insustituible en la mesa de negociación y mientras siguen negociando con el mismo gobierno autor de la fechoría antiobrera que se pretende combatir mediante la huelga. ¿Cabe mayor cinismo?. Solo habría que recordar que esas centrales «sindicales» mayoritarias y sus compinches minoritarios aceptan y son responsables que el Estado español tenga la mayor tasa de temporalidad de la UE, con índices de temporalidad del empleo juvenil escalofriantes, y ello a cambio, claro está, de generosas aportaciones a sus Comités de empresa.
Se vendió a la juventud a cambio de mantener a una privilegiada casta de empleados, la aristocracia obrera, parapetada tras esa ingente burocracia «sindical». Ese fue el precio de las sucesivas reconversiones de los años 80 y 90. Y ahora el capital, de natural insaciable, y con la excusa de la crisis que él mismo ha creado, vuelve sobre sus pasos para desmantelar el resto del tejido laboral que se creía inmune a sus garras: los fijos con despido de 45 días por año. Sucesivas reformas que no han hecho otra cosa que restar derechos a la clase obrera. Y todo gracias al permanente entreguismo de estos sinverguenzas mayoritarios y minoritarios.
Es el sindicalismo amarillo de CC OO, UGT, CGT, USO, SAT, CAT, USTEA, CSIF… el que ha conducido en total complicidad a la clase obrera de este país a la situación en la cual se encuentra.